Mons. Javier Salinas En este tiempo de Adviento, marcado por la esperanza en el Señor, hemos celebrado la fiesta de la Virgen Maríabajo la advocación de la Inmaculada, una más que el calendario litúrgico nos propone, además de las fiestas marianas de ámbito parroquial. En el contexto del Año de la fe oremos a Maria bajo la advocación de Madre de los creyentes.
Cierto que la fe es para un cristiano abandonar-se en Dios, que se revela; acoger su designio de salvación manifestado en Cristo. Si escuchamos la Palabrade Dios podemos llegar a comprender sus misterios. El Papa Benedicto nos ofrece con este Año de la fe un tiempo para profundizar en ella, para vivirla, celebrarla y testimoniarla. Todo ello debe llevarnos a aceptar con total confianza lo que Dios nos pide. Y esta confianza, esta fe total en Cristo, es el criterio que decide nuestro estilo de vida, nuestros actos, implicaciones y compromisos personales.
La Sagrada Escrituranos presenta dos testimonios claves de la fe: Abraham y la Virgen María.Abraham es el padre de todos los creyentes. “Per la fe, Abraham, quan fou cridat, va obeir de partir al lloc que havia de rebre en herència, i va partir sense saber on anava … Així Abraham realitza la definició de la fe: La fe és la seguretat de les coses que un espera, la convicció de les que no veu”(CIC,145-146).
La Virgen Maríarealiza de la manera más perfecta la obediencia de la fe. El relato de la Anunciaciónnos revela la fe de Maria como respuesta al mensaje del Ángel. Una respuesta que ilumina nuestro camino en el seguimiento de Cristo: “He aquí la esclava del Señor, hágase en mí según tu palabra”(Lc 1,38). Su Sí es la raíz de la su entrega a Dios. De ahí la felicitación de su prima: “Bienaventurada la que ha creído”(Lc 1,45). Siguiendo el ejemplo de María, Madre de los creyentes, el Papa Benedicto nos dice que “la fe es decidirse a estar con el Señor para vivir con él. Y este «estar con él» nos lleva a comprender las razones por las que se cree. La fe… exige también la responsabilidad social de lo que se cree”(Porta fidei,10).
“Pidamos ala Madrede Dios que nos obtenga el don de una fe madura: una fe que quisiéramos que se asemeje a la suya; una fe nítida, genuina, humilde y a la vez valiente, impregnada de esperanza y entusiasmo por el reino de Dios; una fe que no admita el fatalismo y esté abierta a cooperar en la voluntad de Dios con obediencia plena y gozosa, con la certeza absoluta de que lo único que Dios quiere siempre para todos es amor y vida”(Homilía, 31.XII,06).
† Javier Salinas
Obispo de Tortosa,
y Obispo Electo de Mallorca