Mons. Francisco Cerro Queridos diocesanos:
Por iniciativa del Santo Padre estamos celebrando en toda la Iglesia el Año de la fe para celebrar el 50 Aniversario del Concilio Vaticano II y el 20
Aniversario de la promulgación, por parte del Beato Juan Pablo II, del Catecismo de la Iglesia Católica. En este sentido el Papa nos anima a todos a
fondo los contenidos de nuestra fe para dar razones de nuestra esperanza.
El Catecismo de la Iglesia Católica es un instrumento valiosísimo para
anunciar a Jesucristo. Os animo a que en vuestras parroquias expliquéis a
vuestros fieles, en comunión con la Iglesia, el contenido de dicho Catecismo.
Al llegar la conmemoración de los fieles difuntos, me parece muy conveniente recordar la doctrina de la Iglesia respecto al purgatorio, a la importancia de rezar por los difuntos ofreciendo el Santo Sacrificio de la Misa y
respecto a las indulgencias (puesto que este año tenemos la oportunidad
de conseguir la indulgencia plenaria visitando la Santa Iglesia Catedral).
¿Qué es el PuRGatoRio?
Dice el Catecismo de la Iglesia Católica: “Los que mueren en la gracia y
en la amistad con Dios, pero imperfectamente purificados, aunque están
seguros de su eterna salvación, sufren después de su muerte, una purificación, a fin de obtener la santidad necesaria para entrar en la alegría del
cielo” (n.º 1030).
“La Iglesia llama purgatorio a esta purificación final de los elegidos
que es completamente distinta del castigo de los condenados. La Iglesia ha formulado la doctrina de la fe relativa al purgatorio sobre todo en
los concilios de Florencia y de Trento. La tradición de la Iglesia, haciendo referencias a ciertos textos de la Escritura, habla de un fuego purificador” (n.º 1031).
Desde los primeros tiempos, la Iglesia ha honrado la memoria de los
difuntos ofreciendo sufragios en su favor. También se recomienda la limosna y las obras de penitencia a favor de los difuntos. Os animo a todos, en
este mes de noviembre, a intensificar vuestras oraciones, de esta manera
manifestamos nuestra comunión con la Iglesia purgante, comunión que
no queda rota por los lazos de la muerte.
Traigo a tu consideración ese diálogo precioso de Santa Mónica, antes
de su muerte, con San Agustín y su hermano:
“Enterrad (…) este cuerpo en cualquier parte; no os preocupéis más
de su cuidado; solamente os ruego que, dondequiera que os hallareis, os
acordéis de mí ante el altar del Señor”.
Palabras muy emotivas que nos animan a ofrecer la Eucaristía por
aquellos que han muerto en Cristo para que puedan entrar en el lugar del
consuelo, de la luz y de la paz.
¿Qué son las inDulGenCias?
La indulgencia es la remisión ante Dios de la pena temporal por los
pecados, ya perdonados en cuanto a la culpa, que un fiel dispuesto y cumpliendo determinadas condiciones, consigue por mediación de la Iglesia,
la cual, como administradora de la redención, distribuye y aplica con autoridad el tesoro de las satisfacciones de Cristo y de los santos”. Así lo explica el Papa Pablo VI en la Constitución Indulgentiarum doctrina.
La indulgencia es parcial o plenaria. Este año sabemos que podemos
conseguir esta liberación de manera total, podemos alcanzar la indulgencia plenaria visitando la S. I. Catedral de Coria, dado que estamos celebrando un Año Jubilar. Todo fiel puede lucrar por sí mismo o aplicar por
los difuntos. Aprovechad esta gracia que la Iglesia nos concede para que
todos podamos reunirnos en la mesa celestial.
Espero que os sea de gran utilidad esta doctrina viva del Catecismo de
la Iglesia Católica. Os bendice a todos vuestro obispo.
† Francisco Cerro Chaves,
Obispo de Coria-Cáceres