Mons. J. Leonardo Lemos Mis queridos amigos:
La Jornada Mundial de las Misiones, más conocida como el DOMUND, tiene como lema este año: Misioneros de la Fe. Llamados a hacer resplandecer la Palabra de Verdad. Este pensamiento está recogido
de la carta apostólica Porta Fidei del Papa Benedicto XVI.
Vivimos en una sociedad que toda ella está llena de mensajes,
propuestas, consignas publicitarias, en definitiva, muchas palabras.
Inmersos en esta selva de ideas, a veces tan opuestas, los hijos de la Iglesia
Católica somos conscientes de que hemos recibido un regalo maravilloso:
la fe. Pero este don que nos enriquece a los que lo hemos recibido, se hace
más intenso y pleno en la medida en que se comunica, de ahí la exigencia
misional que tiene todo cristiano.
Es verdad que son muchas las personas que todavía esperan a Cristo.
Esto quiere decir que no podemos permanecer tranquilos “pensando en los
millones de hermanos y hermanas, redimidos también por la Sangre de
Cristo, que viven sin conocer el amor de Dios” (Redemptoris Missio, nº86).
Anunciar a Jesucristo en todos los lugares del mundo es una exigencia para
los cristianos.
Muchas veces creemos que el mandato evangélico de predicar a
Jesucristo se agota en la atención a esa parte del Pueblo de Dios (Diócesis,
parroquia, grupo apostólico, etc.) que se nos ha confiado a nuestro cuidado
pastoral y, si cabe, podemos tranquilizarnos apoyando a los sacerdotes o
seglares que van como misioneros a países lejanos durante un tiempo
concreto, incluso podemos hacer algún que otro sacrificio, o podemos ser
especialmente generosos con la colecta a favor de las misiones. Eso está
bien, pero no es suficiente. Es verdad que en nuestra Diócesis ya existen sectores donde la persona de Jesucristo es ignorada y su Iglesia, totalmente desconocida, cuando no mal comprendida y frecuentemente censurada, o maltratada. En Ourense, y espero que nadie se sienta ofendido, porque lo digo con cariño y con dolor, ya existen zonas de auténtica misión. Esta realidad nos urge y nos exige, constantemente, adecuar nuestros planteamientos de vida; una coherencia entre esa vida y la fe que decimos profesar; es necesario
establecer unos planes pastorales diocesanos que procuren responder a las
exigencias del mundo contemporáneo, tal como nos lo recuerda el Papa: en
el inmenso horizonte de la misión de la Iglesia, la complejidad de la
situación actual, requiere hoy nuevas formas para poder comunicar
eficazmente la Palabra de Dios” (Verbum Domini, 97).
Ante esa situación, que nos interpela con rigor, tenemos que
esforzarnos por descubrir que la fe recibida es un don de Dios y un
misterio que hemos de acoger en nuestra existencia con agradecimiento,
pero que se nos da para ser compartido. De este hecho brota la misión. Por
eso, en la medida en que nuestra fe sea más viva y efectiva, así será,
también, nuestro compromiso misionero aquí y en los confines de la tierra.
+ J. Leonardo Lemos Montanet
Bispo de Ourense