Mons. Alfonso Milián Tal es el lema del Domund, que celebramos en este domingo y conecta muy bien con el Año de la Fe, en el que nos encontramos, porque tiene sabor evangélico y evoca el trabajo evangelizador de los misioneros y misioneras.
Unos quince mil misioneros españoles, sacerdotes, religiosos y religiosas, y
familias enteras han dejado nuestro país para ayudar a las Iglesias de otros países a dar testimonio de la fe en Jesucristo. Algo parecido ocurre en otros países cristianos. A este respecto son oportunas las palabras del papa Benedicto XVI: «El anuncio del Evangelio se convierte en una intervención de ayuda al prójimo, de justicia para los pobres, de posibilidad de instrucción en los pueblos más recónditos, de asistencia médica en lugares remotos, de superación de la miseria, de rehabilitación de los marginados, de apoyo al desarrollo de los pueblos, de superación de las divisiones étnicas, de respeto
por la vida en cada una de sus etapas».
El don de la fe que hemos recibido y que hemos acogido en el corazón y en la
vida debemos compartirlo. Es la semilla que se nos ha entregado para que dé fruto; es la luz que no debe quedar escondida, sino iluminar toda la casa; es el don más importante que se nos ha dado y que no podemos guardar para nosotros solos. Todos estamos llamados a comunicar la Buena Noticia donde quiera que estemos.
Para anunciar el Evangelio —nos recuerda el Papa— debemos contemplar la
historia para escudriñar los problemas, las aspiraciones y esperanzas de la humanidad, que Cristo debe curar, purificar y llenar con su presencia. El mensaje del Evangelio es siempre actual, se introduce en el corazón de la historia y es capaz de dar una respuesta a las inquietudes más profundas de cada ser humano.
Por eso la Iglesia debe ser consciente de que la complejidad de la misión actual, requieren hoy nuevas formas para poder comunicar eficazmente la Palabra de Dios.
Esto exige, ante todo, una renovada adhesión de fe personal y comunitaria al Evangelio de Jesucristo en un momento de cambio tan profundo como el que la humanidad está viviendo.
La misión evangelizadora que tenemos en nuestra Diócesis y en el mundo entero es inmensa. Cristo hoy como ayer, nos envía por los caminos del mundo para proclamar el Evangelio a todos los pueblos de la tierra. Es verdad que cada año aumenta el número de personas que abrazan la fe católica y reciben el Bautismo, gracias al Espíritu de Dios que guía el esfuerzo de los misioneros; pero es inmenso el número de los que esperan conocer a Cristo.
Nuestra obligación es ayudar a los misioneros para que puedan transmitir la fe y crear unas condiciones de vida más aceptables de las que viven en esos países Debemos colaborar con nuestros donativos, a pesar de las estrecheces que estamos sufriendo, porque ellos lo están pasando mucho peor. Pero no es menor nuestra tarea en transmitir la fe y colaborar activamente en una nueva evangelización de nuestros propios ambientes, tal como el Papa nos pide en este Año de la Fe.
Que la Virgen, estrella de la Evangelización, nos acompañe.
Con mi afecto y bendición.
+ Alfonso Milián Sorribas
Obispo de Barbastro-Monzón