Mons. Javier Salinas La celebración de la Jornada MisioneraMundial tiene este año un significado especial al situarse dentro del Año de la fe, con todas sus referencias al Concilio Vaticano II y al Sínodo de Obispos sobre la nueva evangelización, que se celebra en Roma. Sabemos que el anuncio de la fe, la misión, no es opcional parala Iglesia, pues pertenece a su realidad más profunda. Como recordaba el venerado Papa Pablo VI: “está de por medio el deber que le incumbe, por mandato del Señor, con vista a que los hombres crean y se salven. Sí, este mensaje es necesario. Es único. De ningún modo podría ser reemplazado” (EN, n.5).
El anuncio de la fe, dirigido especialmente a quienes todavía no la conocen, tiene vigencia en muchos países del mundo, y también entre nosotros. Es punto de referencia fundamental para la vida de los cristianos y la acción dela Iglesia, cuya identidad está constituida por la fe en el Misterio de Dios, que se ha revelado en Cristo para la salvación de todos. Por eso en el corazón de todo cristiano debería resonar esta exclamación del Apóstol San Pablo: “¡Ay de mí si no evangelizase!” (1Co 9,16). Estas palabras son más necesarias que nunca en este tiempo de constante tentación a instalarnos en el recuerdo del pasado y lamentarnos por las dificultades presentes.
El Papa Benedicto XVI, en su mensaje para esta jornada nos recuerda que “El afán de predicar a Cristo nos lleva a leer la historia para escudriñar los problemas, las aspiraciones y las esperanzas de la humanidad, que Cristo debe curar, purificar y llenar de su presencia. En efecto, su mensaje es siempre actual, se introduce en el corazón de la historia y es capaz de dar una respuesta a las inquietudes más profundas de cada ser humano”. Pero uno de los obstáculos al impulso evangelizador es la crisis de fe, presente no sólo en el mundo occidental sino en muchos pueblos de la tierra.
Nuestra crisis de fe va unida a los cambios culturales. Sin embargo el deseo de plenitud que habita el corazón humano, la incesante búsqueda de sentido de la vida, evidencia la urgencia de ofrecer el encuentro con Cristo. Una tarea que no será posible sin la contribución decisiva del testimonio creíble de cada cristiano, es decir, de quienes viven en la firme certeza de que el Señor Jesús ha vencido el mal y la muerte, y unidos a Él afrontan las pruebas de la vida con alegría y esperanza. Y así proclamar con palabras y obras la novedad de Dios-Amor entre nosotros. En este sentido, las Obras Misionales Pontificias son una expresión concreta de “la fe que actúa por el amor” (Gal 5,6).La Jornada MisioneraMundial nos convoca a avivar la fe en Cristo, y llevados por su amor, trabajar vigorosamente en las tareas de la evangelización.
† Javier Salinas Viñals
Obispo de Tortosa