Mons. Javier Salinas Convocados por el Papa Benedicto XVI iniciamos este domingo en la Diócesisel Año de la fe. Una oportunidad para volver a recorrer la historia de nuestra fe y ahondar en su fundamento: el encuentro con una persona, Jesús de Nazaret, unigénito del Padre, que, por nuestra salvación, ha sufrido y ha muerto, y que ahora, resucitado, vive para siempre con nosotros. Será un tiempo para cultivar el don de la fe, para descubrir cómo ilumina nuestra vida y nos convoca a comunicar a los demás la buena noticia del Evangelio.
El comienzo de este Año de la fe coincide con un recuerdo agradecido de dos grandes acontecimientos que han marcado la vida de la Iglesia: los 50 años de la apertura del Concilio vaticano II, por voluntad del Beato Juan XXIII, el día 1 de octubre de 1962; y los 20 años de la promulgación del Catecismo de la Iglesia Católica, legado ala Iglesia por el Beato Juan Pablo II, el 11 de octubre de 1992. Dos acontecimientos fundamentales para alcanzar una visión más plena de la fe y atenta a las grandes aspiraciones de nuestra vida actual.
Durante este añola Diócesisofrecerá, a través de las parroquias y los diversos movimientos apostólicos, múltiples iniciativas de formación en orden a suscitar una auténtica y renovada conversión al Señor, el único Salvador. Se trata de redescubrir la fe, de manera que ésta se convierta en criterio de pensamiento y de acción, que ilumine nuestra vida y nos lleve a ofrecer lo mejor de nosotros mismos. Como nos indica Benedicto XVI, “queremos celebrar este Año de manera digna y fecunda. Habrá que intensificar la reflexión sobre la fe para ayudar a todos los creyentes en Cristo a que su adhesión al Evangelio sea más consciente y vigorosa, sobre todo en un momento de profundo cambio como el que la humanidad está viviendo” (Porta fidei, nº 8).
La profesión pública del Credo constituirá un momento especialmente intenso en la celebración de este Año. Esta profesión de fe, como acto personal y al mismo tiempo comunitario, alcanza todo su desarrollo en el Catecismo de la Iglesia Católica, en el que se pone de manifiesto la riqueza de la enseñanza que la Iglesia ha recibido, custodiado y ofrecido, en sus dos mil años de historia. Volver a las fuentes de la fe es también una llamada a tomarse en serio su transmisión, pues la fe crece comunicándola. En esta línea se sitúa la Asamblea General del Sínodo de los Obispos, que durante el próximo mes de octubre tratará el tema “la nueva evangelización para la transmisión de la fe”. Quiera Dios que vivamos este Año de la fe como una nueva oportunidad para ser cristianos.
† Javier Salinas Viñals
Obispo de Tortosa