Mons. Francesc Pardo i Artigas Desde hace algún tiempo, y más aún en los próximos meses, oímos y oiremos que urge una nueva evangelización. Dentro de unos días comienza en Roma una reunión de obispos, representantes de todos los del mundo, y que se denomina Sínodo, para reflexionar sobre este tema.
La cuestión es porque hoy hablamos con tanta insistencia de “nueva evangelización”. El trabajo del Sínodo nos ofrecerá una comprensión mucho más rica y sugerente, pero ya podemos apuntar algo al respecto desde la experiencia de la misión pastoral y desde los documentos y reflexiones que nos han ofrecido los últimos Papas y otros autores.
El origen y el fundamento es la misión que Jesús confía a sus apóstoles: “Id por todo el mundo y anunciad la buena nueva del Evangelio a toda la humanidad”. Y ciertamente así lo hicieron, hasta llegar a nosotros. Posteriormente Europa ha sido evangelizada en diversos momentos de su historia gracias a los obispados, parroquias, monjes, religiosos y religiosas, y movimientos de apostolado formados por laicos y laicas. Otros continentes también han recibido la simiente del Evangelio gracias a los misioneros. Así pues, ahora la cuestión es por qué es necesaria una “nueva evangelización” si aparentemente el Evangelio ha sido sembrado en todas partes. Pues porque desde hace tiempo, en muchos países de tradición cristiana más antigua o más reciente, vivimos una transformación cultural, de comprensión de la persona, de las relaciones humanas, del pensamiento, de los valores, de las finalidades existenciales, influida por el secularismo y la secularización.
Concretamente, el Papa Benedicto XVI, en uno de sus discursos al Pontificio Consejo dela Cultura, describe la situación que vivimos de esta manera: “La secularización, que se presenta en las culturas como un planteamiento del mundo y de la humanidad sin referencia a Dios, a la trascendencia, invade todo aspecto de la vida cotidiana y desarrolla una mentalidad en la que Dios está ausente de hecho, en todo o en parte, de la existencia y de la conciencia humana. Esta secularización no constituye sólo una amenaza externa para los creyentes sino que se manifiesta desde hace tiempo en el interior dela Iglesia. Desnaturalizadesde dentro y en profundidad la fe cristiana y, en consecuencia, el estilo de vida y el comportamiento de los creyentes. Éstos viven en el mundo y con frecuencia están marcados, incluso condicionados, por la cultura de la imagen que impone modelos e impulsos contradictorios, en la negación práctica de Dios: ya no hay necesidad de Dios, de pensar en Él y de volver a Él. Además, la mentalidad de búsqueda del placer (hedonista) y consumista que predominan favorece, tanto en los fieles como en los pastores, una deriva hacia la superficialidad y un egocentrismo que perjudica la vida eclesial”.
Resumiendo, podemos decir que vivimos en una situación que conlleva el peligro de perder el sentido vivo de la fe, con el riesgo de debilitar o disolver la vida cristiana, de mantener el nombre de cristianos pero viviendo prácticamente en el olvido de Dios y del Evangelio de salvación. Más aún: para algunos, el Evangelio no significa ninguna buena noticia, sino algo irrelevante que no contribuye a la personalización, que no favorece la libertad, que no proporciona felicidad…
Por ello “la nueva evangelización” se dirige no únicamente a los países o lugares llamados de “misión”, donde Jesucristo todavía no es conocido, donde no se ha sembrado la simiente del Evangelio, sino a todos los países ya evangelizados, a creyentes y culturas donde la sal del Evangelio ha perdido su gusto. Por eso podemos referirnos a una primera evangelización –en relación a aquellos lugares donde desconocen el Evangelio- y de “nueva evangelización” allá donde es necesario reanimar la fe proclamándolo con ardor y de una forma comprensible y significativa.¿Quién ha de hacerlo? ¿Cómo y de qué manera debemos hacerlo?
En próximas cartas intentaré ofrecer algunas pautas, pero deberemos estar muy atentos a la reflexión del Sínodo, al magisterio del Papa y a la sabiduría pastoral.
+Francesc Pardo i Artigas
Obispo de Girona