La Unión Europea es un espacio de paz y diálogo y la Iglesia recuerda que las raíces cristianas comunes de los países europeos pueden reforzar la vocación del continente al diálogo entre pueblos y al desarrollo de las poblaciones.
Lo ha recordado Benedicto XVI, en el discurso en la audiencia a Yves Gazzo, Jefe de la Delegación de la Comisión de las Comunidades Europeas ante la Santa Sede, que ha presentado al Papa las Cartas Credenciales.
El valor de la tolerancia, del diálogo, de la apertura a la trascendencia -ha subrayado el Papa- deben continuar a inspirar Europa. Si el continente sabe conservar los orígenes de sus raíces podrá convertirse en un actor del desarrollo integral de las personas, que la Iglesia considera la única vía capaz de remediar los desequilibrios presentes en el mundo.