Durante su homilía en el funeral, celebrado ayer en la Iglesia Parroquial de San Martín de la localidad de Cabezal de la Sal, el obispo de Santander, Mons. Jiménez Zamora destacó que Mariano Arroyo, el sacerdote cántabro asesinado el pasado lunes en Cuba, fue un «buen» sacerdote misionero , que siempre estuvo «entregado al servicio del Evangelio y a la causa de los más pobres, débiles y necesitados». El prelado santanderino lamentó que «le han arrebatado la vida a Mariano en «circunstancias dramáticas y crueles», pero valoró que el párroco de Nuestra Señora de Regla, en La Habana, «ha dejado una huella de bondad y Evangelio en todos los que le han conocido».
La ceremonia, presidida por el obispo, contó con la asistencia de vicario de la diócesis de Madrid, en la que estaba incardinado Mariano Arroyo, además de numerosos vecinos, autoridades, como el presidente de Cantabria, Miguel Ángel Revilla, o el del Parlamento regional, Miguel Ángel Palacio, además de los familiares de Eduardo de la Fuente, el otro sacerdote español que ha sido asesinado en Cuba a lo largo de este año.
El obispo de Santander recordó que el sacerdote cántabro nació el 20 de febrero de 1935 en la localidad de Cabezón de la Sal, «donde ha sido siempre muy querido por todos». El funeral ha sido concelebrado por un centenar de sacerdotes.