No se debe dar por sentada la fe en la presencia real de Cristo en la Eucaristía. Lo dijo el Papa en la homilía de la misa en la solemnidad del Cuerpo y Sangre del Señor, en el atrio de la Basílica de san Juan de Letrán.
Benedicto XVI: «Hoy se da el riesgo de una secularización serpenteante incluso dentro de la Iglesia, que puede traducirse en un culto eucarístico formal y vacío, en celebraciones carentes de esa participación del corazón, que se expresa en veneración y respeto por la liturgia. Siempre es fuerte la tentación de reducir la oración a momentos superficiales y apresurados, dejándose llevar por las actividades y las preocupaciones terrenales».
A pocos días de la apertura del Año Sacerdotal, Benedicto XVI exhortó a los presbíteros a «ser Eucaristía», tomando del Cuerpo y la Sangre del Señor «ese amor libre y puro que nos hace dignos ministros del Cristo y testigos de su alegría». A todos los católicos de Roma, como su obispo, recordó que nutridos de Cristo «recibimos la misión de ser el alma de nuestra ciudad». Y en la procesión eucarística por las calles de la metrópolis, el Papa pidió a Jesús liberar «a este mundo del veneno del mal, de la violencia y del odio que contamina las conciencias», purificándolo con la fuerza de su amor misericordioso.