La crisis económica aumenta la brecha entre ricos y pobres, golpea a los más débiles y perjudica el desarrollo de las generaciones futuras. Por lo tanto, es necesario un aumento de generosidad global, de fraternidad y solidaridad. Lo ha pedido Benedicto XVI en su discurso dirigido al grupo de los nuevos embajadores en la Santa Sede.
Dirigiéndose a los embajadores de Mongolia, India, Benín, Nueva Zelanda, Sudáfrica, Burkina Faso, Namíbia y Nigeria, antes de entregar a cada uno un discurso específico, ha remarcado que un mundo más justo y próspero es un mundo pacífico.
Y los países desarrollados, frente a la crisis y la pobreza, tienen que encontrar un sentido de proporción y sobriedad en su forma de vida. Por último, Benedicto XVI habló de la cooperación entre las diferentes religiones y sociedades para crear un espacio de diálogo positivo y necesario.
Con este propósito, la Iglesia Católica trabaja incansablemente por la formación de las conciencias, para que los católicos puedan contribuir al bien común en la sociedad donde viven.